Naian González Norvind nos invita a salir de la rutina con Corina

La actriz nominada al Ariel nos cuenta sobre su experiencia protagonizando la ópera prima de Urzula Barba Hopner.
 
A mediados del 2024, Corina, la ópera prima de Urzula Barba Hopner, fue proyectada por primera vez ante el público. La cinta, protagonizada por Naian González Norvind, cuenta la historia de una chica agorafóbica que, tras un problema en la oficina, deberá enfrentarse a su irracional miedo por el mundo exterior. El largometraje se convierte en un relato inspirador; una invitación a vencer los miedos y experimentar la realidad. 

Después de su estreno, la película fue bien recibida por la crítica mexicana, a tal punto que Naian fue nominada al Ariel como Mejor Actriz. Ahora, a más de un año de su salida, Corina llegará a un nuevo público con su estreno en Disney+ en Estados Unidos. Para celebrarlo, la actriz se reunió con THE HOLLYWOOD REPORTER en Español para hablar sobre lo que ha aprendido al revisitar el largometraje, su experiencia en la filmación, los mensajes detrás de la cinta y mucho más. 

Ya pasó un año desde que Corina se proyectó por primera vez ante el público, ¿cómo ha cambiado tu percepción del largometraje?

Han cambiado dos cosas: por un lado ver cómo sigue viajando la película y creciendo su éxito, por lo cual le aplaudo a todo el equipo; y por el otro es empezar a apreciar cosas que no había apreciado antes. Siento que cuando un actor ve su película por primera vez, se está fijando sobre todo en él mismo, y ese también fue mi caso. Ya la segunda o tercera vez —porque me gusta ver mis películas más de una vez— es para ver el trabajo de los demás y poder disfrutarla como otra persona del público. 

¿Qué es lo que descubriste de Corina cuando la volviste a ver? 

Que tiene un gran sentido del humor. Justo en otras entrevistas hablábamos mucho de la agorafobia, los miedos y estos temas muy profundos, pero que al mismo tiempo se trata de una comedia, o un dramedy. Como bien dice Samuel Beckett, “No hay nada más chistoso que la tragedia humana”; me río para no llorar. 

¡Cien por ciento! Ahora, vámonos completamente al pasado, específicamente a la primera vez que leíste el guion de la película. ¿Qué fue lo que te hizo conectar con el personaje?

Ya no me acuerdo exactamente de cuándo y cómo leí el guion. Creo que fue después de la primera audición o el primer callback. Pero recuerdo que lo que más me gustó del personaje fueron sus silencios. Siempre me han gustado los personajes silenciosos, tanto verlos como interpretarlos, y para mí Corina fue una oportunidad para expresarme desde otros lugares. 

Es atractivo cómo el personaje expresa lo que quiere o lo que siente a través de gestos o lenguaje corporal, ¿con esto en mente, desde tu punto de vista, qué tan importante es realmente el diálogo para una película?

Depende de qué tipo de película quieres hacer. Creo que hay cintas que son increíbles precisamente por lo conversacionales que son, como los filmes de Woody Allen. Pero también creo que el cine es un medio visual al final de cuenta. No quiero decir que el sonido no importe, pero hay muchas maneras de expresar en una película lo que en un libro solo podrías a través de las palabras. Hay muchas veces que, cuando estamos ensayando para hacer una película o estamos preparando una escena, nos damos cuenta con el director y los demás actores de que hay ciertos diálogos que sobran porque está implícito en la acción o la mirada del personaje, y a mí me parece más interesante eso. Pienso que mientras menos diálogos puedas tener, más rica se vuelve la imagen, aunque tienes que saber cómo retratarla. 

Siguiendo con esta idea, el trabajo de un actor o actriz va más allá de leer el guion, aprenderte lo que tienes que decir o hacer, y actuarlo bajo las indicaciones del director. Es imposible no añadir de tu cosecha a la hora de interpretar un personaje, ¿con esto en mente, qué elementos sientes que tiene Corina que son meramente tuyos?

Nosotros somos nuestra propia cosecha. Corina no hubiera sido Corina si yo no fuera yo. Hay partes de uno que se prestan a los personajes que interpretamos y hay otras que no. Las partes mías que le pude entregar a Corina fueron el amor por la literatura, el perfeccionismo, la curiosidad por la vida, mis propias fobias, mis propios miedos y mi sentido de la lealtad. 

Hay mucho terreno en el que Corina y yo nos encontramos, pero también hay mucho en el que no. Por ejemplo, yo soy más extrovertida. También siento que soy más claustrofóbica que agorafóbica. Es una mezcla, pero es lindo para los actores cuando nos dan la oportunidad de interpretar personajes que están muy lejos de lo que somos nosotros en la vida real. Creo que ahí es donde se encuentra lo divertido. 

Me imagino que estas diferencias conllevan cierto proceso de mentalización antes de entrar a la escena, ¿cómo viviste ese proceso?

Quién sabe. Ese es el meollo del asunto y el corazón de nuestro trabajo. A veces es una mezcla entre la preparación que se acumula, estar atento a la escucha presenta y también un tipo de magia que tiene que descender sobre nosotros. 

Yo no busco una transformación. Se trata de ponerte en el lugar y en el momento que está viviendo el personaje y confías en todo lo que ya llevas preparado. 

De cierta forma, se trata de ser empático con el personaje e imaginarte lo que viviría ante esa situación, ¿no? 

Sí, pero en el momento ya ni lo estás pensando.

 

Claro. Debe ser muy intuitivo. Háblame también de la relación entre Corina y Carlos, el personaje de Cristo Fernández, porque gran parte del desarrollo que vive Corina sucede gracias a él. ¿Cómo fueron tus conversaciones con él para definir esta dinámica?

Creo que Cristo fue el actor perfecto para interpretar a Carlos porque por sí solo tiene una naturaleza muy bondadosa y creo que se necesitaba a alguien así para interpretar a Carlos porque Corina debía confiar en esa persona. Ella tiene serios problemas de desconfianza, así que necesitábamos a alguien que hiciera que Corina se sintiera confiada. Obviamente está el elemento añadido que es que a Corina le gusta Carlos. Entonces, ahí surge un debate interno que la pone nerviosa, pero al mismo tiempo la hace sentir muy a salvo. Me gusta que no haya sido una historia de amor tal cual. 

Carlos es un elemento más en este conjunto que cuenta la historia de crecimiento de Corina, ¿no?

Exactamente. Es más una amistad naciente, y eso me hace mucho más sentido para un personaje como Corina. 

Y dentro de la narrativa, la contraparte del personaje de Carlos es la mamá de Corina, a quien Corina le muestra su lado más confrontativo en un punto clave de la historia, ¿por qué crees que es importante mostrar esta parte de una relación madre-hija en la pantalla grande?

Corina vive una lealtad feroz hacia su madre y hacia la agorafobia. Ella no solo está tratando de sobreponerse a sus miedos, sino que también está intentando romper con esa lealtad muy poco sana que encuentra en su casa. De alguna forma, trascender sus miedos también implica un tipo de traición, y por eso le es tan difícil. Pero, a lo largo de la película, Corina empieza a sentir que necesita vivir más; ser una nueva versión de ella misma, y su madre también lo empieza a sentir. Es loco cómo vemos la resistencia que vive su mamá, donde le dice, “Miénteme, pero no te salgas de la casa. Es seguridad, antes que libertad”, y eso es terrible. Los estados fascistas son los que promueven la seguridad por encima de la libertad. Así que parte de lo bello que en el viaje de Corina es que logra extirparse eso y decir, “Voy a atreverme a hacer lo que más miedo me da”, y que logra encontrar del otro lado de ese acto de valentía una nueva vida. 

También es un acto de honestidad porque Corina pasa de ser un personaje mentiroso a empezar a tener que ser honesta consigo misma, y esa honestidad le trae muchos regalos.  

Ahora que mencionas la honestidad, ¿qué tanto es la agorafobia una parte de Corina o realmente una parte de su mamá?

Creo que es más de su mamá y Corina lo adoptó. 

Con esto se rompe esta barrera en la que no somos lo que es nuestra familia, ¿no?

Exactamente, y creo que todos nos podemos identificar con eso. 

El concepto de la agorafobia me lleva a pensar en estos años de encierro que vivimos hace poco porque las generaciones más jóvenes permanecieron en cierto encierro y no tienen las mismas ganas de conocer el mundo que las personas mayores, ¿crees que Corina pueda ser una inspiración para que ellos vuelvan a salir al mundo? 

Eso espero. Me parece muy triste escuchar eso y ver a la gente metida en su realidad virtual al siempre estar frente a sus pantallas. Nos estamos perdiendo —porque yo también me siento aludida— de lo que es realmente la vida, de las riquezas de experiencias que podríamos estar teniendo, del contacto físico y sensorial con lo que nos rodea, que es súper importante, sobre todo para la salud mental. La razón por la que Urzula [Barba Hopner, directora de la cinta] quiso situar la película en el año 2000 es porque hoy en día sería mucho más fácil ser agorafóbico que en el año 2000 porque en esa época no tenías estas plataformas que te mandan lo que necesites a tu casa, no podrías tener amistades virtuales como las tenemos hoy en día. Así que era importante que el personaje estuviera en un contexto que le generara una problemática para que pudiera existir y sobreponerse a ella misma. 

Espero que nos hartemos de las pantallas muy pronto. Hay ciertas cosas que veo en las noticias, como que la nueva generación busca irse más hacia lo análogo, los dumbphones y todo eso, que me parecen espectaculares. Creo que hay que saber usar la tecnología y no solo vivir por ella. 

Hablando de Urzula, esta es su ópera prima, ¿cómo es su estilo de trabajo?

Estoy muy atenta a todo lo que va a hacer Urzula en el futuro porque siento que Corina fue un acierto, pero también siento que solo es el principio para ella. Como su jefe le dice a Corina en la última escena, “Tengo mucha curiosidad de ver lo que vas a escribir”. Yo también tengo mucha curiosidad de qué va a hacer Urzula con todas las grandes ideas que tiene y el potencial y la determinación que la definen. Es muy quisquillosa y muy detallista. También es muy inteligente y eso hizo que pudiéramos ensayar antes de empezar a filmar, lo cual le dio la vuelta al cómo íbamos a contar la historia y cimentó el tono que queríamos lograr. 

Con la llegada de Corina a Estados Unidos a través de Disney+, llegará a públicos completamente nuevos, ¿qué te gustaría que se llevaran del largometraje? 

Me encantaría que el público estadounidense no hispano se abriera a una película mexicana y en español porque siento que es una película que te deja sintiéndote muy bien, pero tampoco es una completa distracción. Es una historia que te hace sentir y te hace pensar, pero también te divierte. Y para el público hispano en Estados Unidos es una manera de reconectar con sus raíces, con Guadalajara y con una historia que al final es muy distinta a lo que más se vende en el cine mexicano y al tipo de historias al que estamos muy acostumbrados. 

Precisamente destaca que la filmación y la historia se desarrollaran en Guadalajara, ¿cómo fue tu experiencia grabando por allá?

Fue una bocanada de aire fresco al filmarla y verla. Siempre que como actor viajas a filmar en otro lugar, ayuda a meterte en la ficción porque estás en una especie de burbuja. Estás fuera de casa y no estás volviendo a tu casa diario. Eso te hace sentir muy inmerso en lo que estás viviendo, así que todo es muy propicio. Por otra parte, es otro estilo de vida y es un ritmo de vida mucho más tranquilo, y eso es muy hermoso. 

El estilo de vida de Corina es sumamente rutinario y eso debe contrastar un poco con el estilo de vida de un actor o actriz, ¿cómo has vivido esto? ¿Sientes que alguna vez te has sumergido en la rutina a pesar de ser actriz?

Cuando empiezas la filmación de una película o serie, entras en una rutina similar a la de un atleta de alto nivel. Lo mismo sucede cuando hace teatro. Al momento de comenzar a trabajar entras en cierta rutina y luego cuando no estás trabajando es otro tipo de rutina. A mí me encanta volver a mi rutina después de trabajar. Me encanta ir por mis tiempos, hacer ejercicio e ir por mi cafecito. Eso me da cierta estabilidad. Lo que no es nada rutinario es justo el pasar del trabajo a no trabajo. Ahí es donde es mucho más volátil para el actor. Y lo otro que siempre está cambiando es el tipo de proyectos, pero es muy lindo porque no te hartas. Pasas tres o cuatro meses contando algo y luego ya estás contando otra historia con otro grupo de gente, y ahí es cuestión de atinarle para saber qué es lo que va contigo. 

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